LA VIDA EMOCIONAL DE LAS MUJERES
LA
VIDA EMOCIONAL DE LAS MUJERES
ES
UN SIGNO DE SALUD, NO DE ENFERMEDAD
Las mujeres somos volubles. Debido a nuestro diseño evolutivo,
estamos hechas para ser sensibles a nuestro entorno, tener empatía con las
necesidades de nuestros hijos e intuir las intenciones de nuestras parejas.
Esto es esencial para nuestra supervivencia y la de nuestros descendientes.
Algunas investigaciones sugieren que las mujeres tienen mayor capacidad para
articular sentimientos que los hombres porque a medida que el cerebro femenino
se desarrolla, se reserva más capacidad para el lenguaje, la memoria, la
audición y la observación de emociones de los demás.
Estas observaciones se basan en la biología, y no intentan
aludir a ningún tipo de ideología pro- o antifeminista, pero sí tienen
consecuencias sociales. La emotividad de las mujeres es un signo de salud, no
de enfermedad; es una fuente de poder. Estamos sometidas a una presión
constante por contener nuestras vidas emocionales; nos han enseñado a
disculparnos por nuestras lágrimas, a suprimir nuestro enojo y a temer que nos
llamen histéricas.
La industria farmacéutica usa ese miedo y se dirige a las
mujeres mediante un torrente de publicidad en los programas de entrevistas
matutinos y en las revistas. El número de estadounidenses que toma medicamentos
nunca había sido tan alto y en mi experiencia los siguen tomando por mucho más
tiempo del requerido. La venta de antidepresivos y ansiolíticos se ha disparado
durante las últimas dos décadas y en épocas recientes han sido superadas por un
antipsicótico, Abilify, que ocupa el primer lugar de ventas de entre todos los
medicamentos que se comercializan en Estados Unidos, no sólo los psiquiátricos.
Como psiquiatra con veinte años de experiencia, debo decir que
esto es una locura.
Al menos una de cada cuatro mujeres en Estados Unidos toma un
medicamento psiquiátrico hoy en día, en comparación con uno de cada siete
hombres; y las mujeres son dos veces más proclives a que se les diagnostique
depresión o trastorno de ansiedad que los hombres. Estos medicamentos han
mejorado considerablemente la vida de muchas mujeres, pero hay otras que no los
necesitan. La mayor prescripción de medicamentos psiquiátricos, que a menudo
recetan médicos de otras especialidades, está creando una nueva norma, que
alienta a más mujeres a recurrir al uso de químicos. La decisión de si una
mujer necesita tomar estos medicamentos debería ser médica, no una respuesta a
la presión de grupo o al consumismo.
La nueva norma de prescripción médica contradice la biología
dinámica de las mujeres, cuya química cerebral y corporal está hecha para
cambiar constantemente. Para explicarlo de manera simple, pensemos en la
serotonina como el químico cerebral que nos dice que “todo está bien”; si hay
demasiada serotonina, nada nos importa, pero si los niveles de serotonina son
muy bajos todo se vuelve un problema que es necesario resolver.
En los días previos a la menstruación, cuando incrementa la
sensibilidad emocional, las mujeres pueden sentirse más expuestas, irritables o
insatisfechas. Yo les digo a mis pacientes que los pensamientos y sentimientos
que perciben durante esta fase son genuinos y que tal vez es mejor reevaluar
aquello con lo que tienen que lidiar en el resto del mes, cuando es más
probable que sus niveles hormonales y de neurotransmisores estén programados
para motivarlas a que se adapten a las demandas y necesidades de los demás.
Los antidepresivos más comunes, que también se usan como
ansiolíticos, son los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina
(I.S.R.S.), que mejoran la transmisión de serotonina. Estos inhibidores hacen
que las cosas “estén bien”, pero no está bien ver todo bien. Un mayor nivel de
serotonina puede hacer que una sea más tolerante y aquiete sus miedos, pero
también ayuda a que se vuelva insensible, física y emocionalmente. Estos
medicamentos a menudo hacen que las mujeres estén menos interesadas en el sexo.
Los I.S.R.S. tienden más a suprimir los pensamientos negativos que a alentar
los positivos. Si una está tomando un inhibidor selectivo de la recaptación de
serotonina, tal vez no ande por ahí brincando de alegría, pero sí sentirá que
es más racional y menos emocional. Algunas personas que utilizan estos
medicamentos han dicho percibir menos otros rasgos humanos como la empatía, la
molestia, la tristeza, los sueños eróticos, la creatividad, el enojo, la
capacidad de expresar los sentimientos, el duelo y la preocupación.
Por supuesto que hay situaciones en las que es necesario el
uso de medicamentos psiquiátricos. El problema es que, mientras que hay
demasiadas personas realmente enfermas que no están en tratamiento
principalmente debido a factores socioeconómicos, las personas que no necesitan
estos medicamentos están tratando de suprimir una reacción normal a un conjunto
de factores estresantes que no es natural: vidas sin suficientes horas de
descanso, sol, nutrientes, movimiento y contacto visual, que son elementales
para los primates sociales como nosotros.
Si los niveles de serotonina de las mujeres se incrementan
continuamente de manera artificial, éstas corren el riesgo de perder
sensibilidad emocional con sus fluctuaciones naturales, al adoptar un
equilibrio hormonal más masculino y estático. Esta insensibilización emocional
alienta a las mujeres a asumir comportamientos que los hombres comúnmente
aprueban: una apariencia invulnerable, por ejemplo, es una actitud que podría
ayudar a las mujeres a escalar en negocios dominados por los hombres. Los
estudios en primates muestran que los I.S.R.S. pueden aumentar comportamientos
de dominio social y elevar el nivel de jerarquía de un animal.
¿Pero a qué costo? Tuve una paciente que me llamó desde su
oficina llorando para decirme que necesitaba aumentar su dosis de
antidepresivos porque no podía permitir que la vieran llorando en el trabajo.
Al descubrir el motivo de su molestia – su jefe la había humillado frente a sus
subalternos – decidimos que lo que necesitaba era enfrentar a su jefe en una
discusión calmada, en lugar de más medicamentos.
Una revisión de los historiales médicos muestra, de manera
constante, que los doctores tienden a recetar medicamentos psiquiátricos a las
mujeres más que a los hombres, en especial a las mujeres de 35 a 64 años. Para
algunas mujeres de esas edades, los síntomas de la peri menopausia pueden ser
muy parecidos a la depresión y es común sentir ganas de llorar. No sólo se
llora de tristeza. Cuando estamos asustados o nos sentimos frustrados al
presenciar una injusticia, cuando nos conmueve profundamente la aflicción
humana, lloramos. Y algunas mujeres lloran más fácilmente que otras, aunque eso
no quiere decir que seamos débiles o que estemos fuera de control. Cuando se
consumen dosis elevadas de I.S.R.S. se dificulta llorar; este medicamento
incluso puede aumentar la apatía y la indiferencia. El cambio surge del
descontento y la apreciación de que algo está mal; sabemos que algo está bien
únicamente porque lo sentimos. Por lo tanto, si estar medicado significa ser
complaciente, no sirve.
Cuando una persona está consumiendo una mayor dosis de la
necesaria, sus emociones se vuelven sintéticas. Si lo que buscamos es
crecimiento personal, un matrimonio más satisfactorio y un mundo mucho más
pacífico, lo que necesitamos es más empatía, compasión, receptividad,
emotividad y vulnerabilidad, no menos.
Necesitamos dejar de etiquetar nuestra tristeza y ansiedad
como síntomas incómodos y valorarlos como una parte saludable y flexible de
nuestra biología.
Julie Holland
Del sitio www.formarse.com.ar