NO ME ACOSTUMBRO A ESTE MUNDO DE VALORES EN REBAJA
A través del mundo está tornándose cada vez más evidente que el educador
necesita que se lo eduque. No es
cuestión de educar al niño sino más bien al educador, pues él lo necesita mucho
más que el alumno. El alumno, después de todo, es como una tierna planta que ha
menester de guía, de ayuda; pero si el que brinda ayuda es incapaz, estrecho,
fanático, nacionalista y otras cosas más, es natural que su producto sea lo que él es. Parecerme, pues, que
lo importante no es tanto la técnica de lo que se ha de enseñar, que es
secundaria, lo que tiene primordial importancia es la inteligencia del propio
educador. Bien sabéis que, a través del mundo, la educación ha fracasado,
porque ella ha producido las dos guerras más colosales y destructivas de la
historia: y, puesto que ha fracasado, el mero hecho de substituir un sistema
por otro parecerme absolutamente inútil. Si existe, empero, una posibilidad de
cambiar el pensamiento, el sentir, la actitud del maestro, entonces podrá tal
vez surgir una nueva cultura, una nueva civilización. Porque es obvio que esta
civilización tiene probabilidades de ser completamente destruida; la próxima
guerra acabará probablemente con la civilización de Occidente, tal como la conocemos.
Tal vez en este país seremos también afectados por ella de un modo profundo.
Pero en medio de este caos, de esta miseria, confusión y lucha, resulta por
cierto extraordinariamente grande la responsabilidad del maestro, ya se trate
de un empleado del gobierno, de un instructor religioso o del que imparte mera
información; y los que, teniendo la educación como medio de vida, no hacen más
que medrar con ella, a mi modo de ver no tienen lugar alguno en la estructura
moderna de la sociedad, si es que un orden nuevo ha de crearse. Nuestro
problema, pues, no es tanto el niño, el muchacho o la niña, sino el maestro, el
educador: éste necesita mucho más que el alumno que se lo eduque. Y educar al
educador es mucho más difícil que educar al niño, porque el educador ya está
definido, fijo. Su función es raramente rutinaria. porque en realidad no le
interesa el proceso del pensamiento, el cultivo de la inteligencia. No hace más
que impartir la instrucción; y un hombre que sólo brinda informaciones cuando
el mundo entero cruje en sus oídos, no es ciertamente un educador.
¿Pretenderéis decir que la educación es un medio de vida? Considerarla medio de
vida, explotar a los niños para provecho de uno mismo, a mí me parece sumamente
contrario al verdadero propósito de la educación.