EL ABC DE LOS PADRES SEPARADOS: CUANDO SE FORMA UNA NUEVA PAREJA
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Este
"ABC" está destinado a los padres, a sus nuevas parejas
y también a
los hijos, en la medida en que ellos puedan comprender.
La letra
A.
1. La
consolidación de la nueva pareja, en la generalidad de los casos, es sumamente
importante tanto para los que la integran como para los hijos de la anterior
unión: un fuerte lazo entre los nuevos compañeros protegerá a los hijos de otra
pérdida familiar y también les puede brindar un modelo positivo para un
eventual matrimonio propio. A veces, recurrir a un consejero especializado
antes de formalizar la nueva unión, puede evitar fracasos.
2. Para
alimentar su relación, los miembros de la nueva pareja necesitan tener un
tiempo para ellos. Para lograrlo, no deben temer dejar a los hijos e hijastros
al cuidado del otro progenitor o de otras personas.
3. Es
arduo incorporar una o más personas nuevas a nuestro espacio, y también es
difícil para esa nueva persona incorporarse a un grupo ya formado. Por estas
razones, es conveniente que este tipo de familias se inicien en una casa
distinta, que no sea la que habitaba el padre o la madre con sus hijos.
4. La
relación del padre y de la madre con sus hijos es anterior a la de la nueva
pareja. Muchas veces, el que forma una nueva unión siente que traiciona ese
lazo de parentesco previo. Por eso es importante que exista una gran intimidad
con el nuevo compañero o compañera.
5. En
ocasiones los hijos, para no perder la exclusividad sobre el progenitor que
formó nueva unión, o inducidos por el otro progenitor, sabotean la pareja nueva
y tratan de separarla. Los hijos siempre deben tener claro que la nueva
relación no los excluye, pero que no la controlan ni pueden afectarla. Una
terapia de familia, en ciertos casos, es aconsejable.
La letra
B.
1. Los
dos progenitores serán siempre esenciales para sus hijos, tanto el que pasa con
ellos la mayor parte de la semana como el otro. Ninguno debe excluirse a sí
mismo, ni ser excluido por el otro o por la nueva pareja. En este sentido, es
importante que la nueva pareja no genere en el otro progenitor un progresivo o
brusco olvido de sus hijos.
2. Sucede
a veces que un padre o una madre que siempre había tenido una buena relación
con sus hijos, siente que ellos dejan de quererlo para volcarse a la nueva
pareja del otro progenitor. Esto ocurre, generalmente, cuando el progenitor con
el que los hijos conviven más tiempo, al formar nueva pareja, pretende que ésta
sustituya al padre o a la madre no conviviente. A la larga, las consecuencias
son muy negativas tanto para los hijos como para los adultos.
3. Pero
ni el padre ni la madre pueden actuar como si la nueva pareja no existiese. En
este punto, los acuerdos son esenciales, y el diálogo en favor de los hijos
debe primar sobre los sentimientos negativos, muchas veces lógicos.
Casi
siempre, los hijos tienen una atracción muy fuerte hacia los padres. Hay que
tratar de que sientan que también pueden querer al padrastro o a la madrastra,
sin que ello signifique querer menos o quedar mal con la madre o el padre. De
otra manera tendrán dificultades para relacionarse cómoda y adecuadamente con
todos.
De hecho,
el rechazo de un padrastro o de una madrastra, por lo general, no tiene ninguna
relación con sus características personales. Padrastros y madrastras afectuosos
y bien intencionados pueden encontrarse en medio de severos conflictos con sus
hijastros si estos no tienen "permiso" para llevarse bien con ellos.
4. Los
hijos y las relaciones entre los adultos mejorarán si, tanto unos como otros,
aceptan que aquéllos pueden ser cuidados por más de dos adultos.
El padre
o la madre que formó nueva pareja, debe admitir que el otro progenitor
participe en la crianza y educación de los hijos. Éste, a su vez, debe
comprender que su ex-cónyuge ya no está solo o sola, que debe compartir sus
decisiones con su nueva pareja, y que es inevitable que ésta tenga con sus
hijastros, con el tiempo, una relación directa de protección y cierta
autoridad.
5. Para
que esto se logre con cierta facilidad, es importante que los ex-esposos tengan
una relación respetuosa entre ellos, aunque les resulte difícil.
El
mejorar dicha relación será muy positivo para los hijos, ya que así no quedarán
acorralados entre dos padres hostiles. Los hijos tendrán menos necesidad de
tomar partido y podrán utilizar para su crecimiento los elementos positivos de
la situación que viven.
El
contacto directo entre padres separados es, por lo general, útil, ya que saca a
los hijos de la posición de mensajeros entre ellos. Muchos ex-esposos, a veces
con esfuerzo, se relacionan bien, en consideración al interés que tienen por el
bienestar de sus hijos.
6. Es
importante que el padre que tenía obligación de pagar alimentos para sus hijos
antes de la nueva unión de su ex-cónyuge, la cumpla escrupulosamente después de
formalizada ésta. De lo contrario, si sus hijos son mantenidos sólo por el otro
progenitor y/o su nueva pareja, es probable que él vaya perdiendo peso en las
decisiones que cuentan sobre la vida de sus hijos, y que ellos resulten
perjudicados por esta circunstancia.
Pero el
progenitor que formó nueva pareja no puede pretender que su ex-cónyuge pase
indirectamente dinero para él y su compañero o compañera: los alimentos serán
exclusivamente para los hijos.
7. Si, a
pesar de los esfuerzos, la relación entre los adultos se bloquea y ello
repercute sobre los hijos e hijastros, recurrir a un consejero especializado o
a un terapeuta familiar puede ser útil.
La letra
C.
1. Las
familias constituidas por el padre o madre separado, su nueva pareja y los
hijos de la anterior unión son estructural y emocionalmente diferentes de las
otras.
Los hijos
-y a veces los adultos- experimentan tristeza y algunos trastornos por la
pérdida de su familia anterior o por la frustración del "matrimonio
perfecto".
Es
preferible aceptar que éste es un tipo de familia diferente, ya que estos
sentimientos provocan muchos comportamientos desconcertantes. Los celos, el
rechazo, la culpa y la ira pueden ser más pronunciados y, por lo tanto, la
expectativa de que la nueva familia viva feliz para siempre es aún más irreal
que en las otras familias. El saber aceptar los sentimientos positivos y
negativos, dará como resultado menos decepciones y un mayor disfrute de la
"nueva familia".
2. Es
importante fomentar nuevas relaciones en la "nueva familia"; sobre
todo si los hijos son chicos o adolescentes. Por ejemplo, que el padrastro y
los hijastros tengan algún proyecto en común, o la madrastra y las hijastras
vayan juntas de compras.
Para
poder desarrollar estas relaciones, se necesita tiempo y cuidado. Forzar a un
hijo a amar a su madrastra o padrastro es imposible y contraproducente. La
expectativa del amor instantáneo entre padrastros e hijastros puede conducir a
muchas decepciones y dificultades. Por lo regular son necesarios dos años y, a
veces, más.
3. Pocos
saben que si la nueva pareja se une en matrimonio, el padrastro o madrastra
pasa a ser pariente político de los hijos de su cónyuge. Este parentesco - por
afinidad en primer grado: equivalente al del yerno con su suegro- crea una
obligación de protección y cuidado hacia el hijastro, y ubica legalmente a la
nueva pareja dentro de la "nueva familia".
4.
También es necesario preservar la relación anterior que el padre o la madre
tenía con sus hijos antes de formar la "nueva familia". Por ejemplo,
es muy útil para el padre o la madre compartir algún tiempo y actividades con
sus hijos, sin la nueva pareja. Esto facilita que los hijos consientan
compartir a su padre o madre con la nueva pareja.
5. Tanto
los hijos como los adultos de la "nueva familia" tiene cada uno una
historia familiar. De repente estos individuos se unen y la nueva familia, con
nuevos modelos y tradiciones, gana en riqueza. Pero es inevitable que sus
miembros se cuestionen mutuamente sus costumbres personales. Aun cuando acepten
los nuevos modelos, elaborar nuevas alternativas llevará tiempo y paciencia.
Para la mayoría de estas familias serán necesarios constantes planteos y
replanteos.
6. Ser
padrastro o madrastra es una tarea poco clara y a veces difícil. El mito de la
madrastra malvada puede producir malestar en muchas mujeres; y factores
personales, culturales y estructurales afectan el rol del padrastro. En este
sentido, si la nueva pareja tiene hijos, no discriminar entre los de la vieja y
de la nueva unión, proporcionando más exteriorizaciones de cariño y
complacencia a cualquiera de ellos, es elemental.
El ser
padrastro o madrastra es generalmente mucho más productivo si la persona crea
su propio rol.
7. La
disciplina plantea generalmente algunos problemas. La autoridad de padrastros y
madrastras no es aceptada generalmente por los hijastros hasta que se establece
una relación amistosa entre ellos (aproximadamente alrededor de los dos años).
Los
miembros de una nueva pareja necesitan apoyarse mutuamente en cuanto al
ejercicio de la autoridad en la casa. Al principio, el padre o la madre puede
ser el que dé las órdenes. Pero en muchas ocasiones no estará presente en la
casa; es necesario que haya dado un mensaje claro a los hijos en el sentido de
que el padrastro o la madrastra puede actuar como una figura de autoridad en su
reemplazo.
Más
adelante, ese ejercicio de la autoridad por el padrastro o madrastra será
válido aunque el progenitor se halle en la casa.
Para que
la familia funcione en este aspecto, es importante la unidad de la pareja.
Cuando está bien integrada, las diferencias que puedan tener entre ellos en
cuanto a los hijos pueden a veces ser elaboradas, inclusive, en presencia de
éstos. Pero nunca los hijos deben ser colocados de parte de uno u otro adulto
para dividir y reinar.
8. La
integración de una "nueva familia" con adolescentes puede ser
particularmente complicada. A esa edad los hijos comienzan a separarse de su
familia, de cualquier tipo que ésta sea. Al convivir con su padre o madre
cuando estaba solo, los adolescentes han ocupado el lugar de jóvenes adultos.
Luego,
con la nueva unión de ese progenitor, ellos pueden encontrar extremadamente
difícil o imposible volver a colocarse en la posición de hijo más chico.
Los
adolescentes aprecian mucho que se les dé la oportunidad de ser parte en los
replanteos de la "nueva familia", aunque se alejen de los padres y no
deseen participar de muchas de las actividades familiares.
9. Cuando
quien forma nueva pareja es el padre que tiene menos tiempo a los hijos, éstos
generalmente se sienten como extraños cuando van a la nueva casa. Puede ser
útil que tengan en ella algún lugar propio o, al menos, un cajón o estante para
los juguetes o ropa. Si se los incluye en los proyectos de la "nueva
familia", se sentirán más conectados con ella. El traer un amigo, o saber
por anticipado que habrá alguna actividad interesante (juego familiar, paseo,
etc.), puede a veces hacer más agradable al hijo la estadía.
Los
padres que tienen poco tiempo a sus hijos y sus nuevas parejas, están
frecuentemente perturbados debido a que tienen menos posibilidades para
transmitir sus valores a los hijos. Éstos tienden a resistir los esfuerzos de
inculcarles ideales durante su estadía. Pero es reconfortante para estos padres
o madres y padrastros o madrastras saber que los ejemplos que sus hijos o hijastros
reciben de ellos, de su comportamiento y formas de relacionarse, pueden
provocar granjos, sin la nueva pareja. Esto facilita que los hijos consientan
compartir a su padre o madre con la nueva pareja.
Tanto los
hijos como los adultos de la "nueva familia" tiene cada uno una
historia familiar. De repente estos individuos se unen y la nueva familia, con
nuevos modelos y tradiciones, gana en riqueza. Pero es inevitable que sus
miembros se cuestionen mutuamente sus costumbres personales. Aun cuando acepten
los nuevos modelos, elaborar nuevas alternativas llevará tiempo y paciencia.
Para la mayoría de estas familias serán necesarios constantes planteos y
replanteos.
Ser
padrastro o madrastra es una tarea poco clara y a veces difícil. El mito de la
madrastra malvada puede producir malestar en muchas mujeres; y factores
personales, culturales y estructurales afectan el rol del padrastro. En este
sentido, si la nueva pareja tiene hijos, no discriminar entre los de la vieja y
de la nueva unión, proporcionando más exteriorizaciones de cariño y
complacencia a cualquiera de ellos, es elemental.
El ser
padrastro o madrastra es generalmente mucho más productivo si la persona crea
su propio rol.
La
integración de una "nueva familia" con adolescentes puede ser
particularmente complicada. A esa edad los hijos comienzan a separarse de su
familia, de cualquier tipo que ésta sea. Al convivir con su padre o madre
cuando estaba solo, los adolescentes han ocupado el lugar de jóvenes adultos.
Luego,
con la nueva unión de ese progenitor, ellos pueden encontrar extremadamente
difícil o imposible volver a colocarse en la posición de hijo más chico.
Los
adolescentes aprecian mucho que se les dé la oportunidad de ser parte en los
replanteos de la "nueva familia", aunque se alejen de los padres y no
deseen participar de muchas de las actividades familiares.
Cuando
quien forma nueva pareja es el padre que tiene menos tiempo a los hijos, éstos
generalmente se sienten como extraños cuando van a la nueva casa. Puede ser
útil que tengan en ella algún lugar propio o, al menos, un cajón o estante para
los juguetes o ropa. Si se los incluye en los proyectos de la "nueva
familia", se sentirán más conectados con ella. El traer un amigo, o saber
por anticipado que habrá alguna actividad interesante (juego familiar, paseo,
etc.), puede a veces hacer más agradable al hijo la estadía.
Los
padres que tienen poco tiempo a sus hijos y sus nuevas parejas, están
frecuentemente perturbados debido a que tienen menos posibilidades para
transmitir sus valores a los hijos. Éstos tienden a resistir los esfuerzos de
inculcarles ideales durante su estadía. Pero es reconfortante para estos padres
o madres y padrastros o madrastras saber que los ejemplos que sus hijos o
hijastros reciben de ellos, de su comportamiento y formas de relacionarse,
pueden provocar constantes alteraciones. El cambio puede ser enriquecedor si se
realiza sin resistencia y miedo.
Otra
palabra clave es tiempo. Nadie puede pretender que la integración entre los
adultos o entre éstos y los hijos ocurra instantáneamente. A veces son
necesarios años y mucho amor y paciencia.