QUÉDATE CON QUIEN CONOZCA TU PEOR VERSIÓN Y SE QUEDE A TU LADO
QUÉDATE
CON QUIEN CONOZCA
TU PEOR VERSIÓN
Y SE QUEDE A TU LADO
Quiéreme cuando menos lo merezca porque será cuando más lo necesite…
Cuando te
fallo, también me fallo a mí. Cuando te enfado, también yo me siento mal
conmigo. Porque cuando menos lo merezca será probablemente cuando más desorden
haya en mi interior.
Algo
dentro de mí no está bien cuando cometo un error o cuando huyo de mis
problemas. Probablemente esté abandonando una parte de mí, dejándola a la
deriva en alta mar con plena tormenta.
Es casi seguro
que tengas motivos para no quererme y para desatenderme, pero quiero que sepas
que solo una parte de mí te hizo daño. No conozco la perfección. A mí también
me duele tu dolor y, al menos, daría lo que fuese para hacerlo desaparecer.
Tengo la peor forma de meter la pata y una gran capacidad para desmerecer lo
que haces por mí.
Quiéreme
cuando menos lo merezca, dale una oportunidad a la persona que soy. Déjame
aprender de los errores. Ayúdame a librar mis batallas emocionales, ayúdame a
ver que eso me completa.
Pedir
ayuda es un acto de valentía
Me ha
llevado tiempo entender que reconocer mis limitaciones y mis errores es la
única manera de hacerme cargo de mí mismo. Ahora soy consciente de que no poseo
todas las respuestas y de que no dispongo de la verdad absoluta. A veces
también necesitamos de los demás para gestionar nuestro interior y nuestras
emociones.
Por eso,
pedir ayuda cuando se necesita no es solo una muestra de humildad, sino también
de valentía, pues cooperando alcanzaremos el triunfo sobre la adversidad.
Cuando
estamos mal necesitamos el apoyo de los demás, que nos aguanten y nos guíen, y
que nos hagan sentir la permanencia de la incondicionalidad. Siempre sale el
sol, pues somos merecedores de él aunque en un momento dado nos hayamos comportado
de manera mezquina.
Aunque
nuestro mundo se derrumbe y nuestra vida haya quedado desmantelada, después de
la tempestad, llega la calma. Todo pasa y todo se transforma, pero a veces
necesitamos que alguien se ponga en nuestro lugar y nos recuerde que no hay mal
que cien años dure y que todo es pasajero.
Nuestra
mejor versión
Quédate
con quien conozca tu peor versión y, en vez de irse, se quede y te ayude a
mejorar
Ofrecer
la mejor versión de nuestra persona es un paso indispensable para ser merecedores
de amor, de gratitud y de confianza. Así, la incondicionalidad y el respeto se
fundamentan en la sinceridad que acompaña a los malos y a los buenos momentos.
O sea, es algo así como ser nosotros mismos en las duras y en las maduras.
Hay
errores que tiñen de negro nuestra realidad, pero no por eso merecemos menos el
perdón que en otras circunstancias o que otras personas. Lo importante es
progresar y ofrecer a los demás nuestra mejor versión, la humilde y la sincera,
la que trabajar para crecer cada día.
Esto será
lo que nos haga merecedores de la compañía de los demás en cualquier momento, a
pesar de los errores y los desaciertos. Porque nuestros peores comportamientos
hacen que valoremos a los mejores, de la misma forma que la tristeza hace que
la felicidad gane valor.
Digamos
que nuestros deslices y nuestras culpas son dos puntos emocionales que nos
ofrecen oportunidades, los cuales debemos entender para perdonarnos a nosotros
mismos.
En
definitiva, la mejor versión de uno mismo es aquella que se puede apreciar en
las situaciones complicadas, aquella que entiende la importancia de lo
ocurrido, que ve que el castigo no siempre es la solución y que entiende el
enfado como una consecuencia lógica y no como abandono.
Por eso,
ser capaces de consolarnos, de aceptarnos y de comprendernos contribuirá a
crear un mundo mucho más valiente, más fiel y más solidario.