LOS DEMONIOS DEL HOMBRE 2DA PARTE
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DEL MIEDO
Cuantas veces por temor a la realidad de la vida
prescindimos inconscientemente de las bondades de Dios como único señor y dueño
del universo.
Si, parece anormal pero es una realidad, no estamos
preparados para enfrentar las maldades y los engaños del enemigo, caemos
fácilmente en sus engaños y falsos comportamientos.
Primero, encontramos a través del transcurrir de
nuestra vida que lo único que hemos aprendido sobre Dios es el temor, pero ese temor direccionado al terror y no
al respeto, este miedo terrible acompañado de incredulidades y falsas
doctrinas que nos inducen directo al reino del enemigo porque somos débiles en
la carne, y no nos preparamos para vencer ese poder de maldad que habita en nosotros.
Cuando se habla de fuerzas ocultas (brujerías,
hechizos y malas intenciones del espíritu) la primera sensación que percibe el
receptor es de miedo, el mundo no
presta atención a este tipo de conversaciones porque les causa terror, horror,
escalofrío, intenciones que insistentemente y bajo diferentes aspectos,
persigue desarrollar el demonio en cada uno de nosotros para mantener su
dominio.
La segunda sensación, es la de una tranquilidad y
seguridad aparente, y digo aparente puesto que muchas veces no se ha recibido o
se desconoce una instrucción real y
especifica del poder del mal y las fuerzas ocultas que posee el enemigo, peor aún,
no se reconoce el gran poder y la autoridad verdadera de nuestra energía
interior sobre los demonios, en este caso, el miedo.
De esa manera sin conocer y reconocer al enemigo no
podemos resistirle y nos colocamos sin ninguna protección en sus manos.
Olvidamos una cosa esencial, que existe un creador ÚNICO de todo lo creado, de todo lo manifestado. Y el olvido de que ese ser ÚNICO ha creado un teatro para purificación de nuestras energías, da lugar a
que consintamos que, bajo el influjo del miedo, lo que se nos viene tiene más
poder que nuestra energía para luchar y combatir y vencer. Pero tenemos miedo
de CONOCER QUE TENEMOS MIEDO como una fuerza paralizante. Nos han domesticado
de tal manera, que no le hacemos frente a una “realidad”: tenemos miedo, y
punto. Si lo enfrentamos ya identificamos ese gran obstáculo que nos obliga a “creer”,
que entre más miedo sentimos, más oramos y obedecemos la redirección equivocada
que nos brindan las jerarquías organizadas
Reconocer que el miedo habita en nosotros, es
suficiente para iniciar una batalla en su contra. ¿Cómo? Dejando de CREER en
las palabras ajenas que nos instruyen para su propio beneficio.-
Dr. Omar Estévez
26/07/2017.-