El DOCTOR LLEGA AL PUEBLO
Allí
viene el doctor, dijeron las gentes que hacia como dos horas esperaban en la
mera entrada del pueblo.
A
lo lejos se oía el pujido del motor dando lo que podía, para ganarle a las
subidas y curvas cercanas al poblado. Era el único transporte que llegaba una
vez por semana. Con víveres, ropa de paca y vecinos que regresaban de la
ciudad, de ver a sus parientes. La noticia de que un doctor llegaba al pueblo,
era todo un suceso. Pues por lo lejano, ningún recién egresado de sus estudios
se habría querido retirar tanto de lo que la ciudad lo había acostumbrado.
Un
estudiante recién graduado de Médico y Cirujano, sin ninguna especialidad, más
que las ganas de trabajar, se atrevía a ir a ese poblado a ver en que podía
ayudar y ganarse los primeros clientes y sueldos, con el oficio aprendido.
Pero
vale decir, que la ciudad lo acostumbró, con la ayuda de sus padres y amigos, a
una factura semanal algo alta: los viernes a la disco, con sus cuates de
colegio y los más topados de la promoción de la facultad; gasolina para su
carro, que le dio su tía para cuando se graduó de bachiller, y la gasolina,
pues claro, su mami, que muy foronda se enorgullecía de esa belleza de hijo que
Dios le dio. Sin importar que cada sábado la pelea con su hermana menor y su
papi eran inevitables, pues casi siempre llegaba muy tomado de madrugada, y pues la goma o resaca, obligaba a salir al
medio día, costeado por mami, a emparejarse con un cevichon y unas cuantas
chelas.
Era
la de nunca acabar, desde el momento en que se metió en el bolsillo a casi toda
la familia, al contar que estudiaría medicina para ayudar al pueblo necesitado,
así lo contaba en los almuerzos familiares donde no faltó nunca las cervecitas,
platos ricos y una que otra nueva amiga que invitaba, para que conociera a su
familia.
Para
alternar con sus amigos, pues no se puede andar en fachas, y la ropa de marca
nunca faltó; y tampoco resaltó la escasa varonilidad y prestancia que deseaba.
Reloj de última moda y lociones variadas para mayor atracción en el entorno.
Sus calificaciones casi siempre fueron raspadas, no se podría calificar de gran
estudiante, pero a falta de inteligencia picardía. De una u otra forma ganaba
las materias.
Gregorio
gozaba de buena fama entre sus amigos. Pues todos los Leal, como se apellidaba
Gregorio, siempre invitaban a los festejos, cigarrillos y uno que otro
pecadillo que compartía según la edad obliga.
El
resultado de cada semana era una factura alta, que él no sentía pues gozaba de
los beneficios y aportes financieros, principalmente de mami, que era la
ministra de finanzas ante papi.
-Comprende-decía
doña Amelia-es patojo y medicina es una carrera dura y difícil. De alguna manera
hay que estimularlo.
Omar
Estévez 7/1/2020
(Continuaré
mañana miércoles)